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UNA DECLARACIÓN DE LA RENTA EN ESTADO DE ANORMALIDAD

29 abril 2021

Ad portas de cerrar los plazos para efectuar la declaración anual de impuesto a la renta y en discusión si se podrá aplazar este proceso, me atrevo a asegurar que estamos en un limbo tributario.

Al panorama de incertidumbre, se suma una reforma tributaria en permanente transición; en febrero de 2020 se establecieron nuevos regímenes tributarios, modificando los existentes desde 2017, lo que ha significado estar en constante estudio y renovación y paradójicamente cada modificación, nos retorna a un sistema tributario casi similar al que teníamos antes de 2016. Ósea en vez de avanzar retrocedemos.

Efectivamente esta reforma introdujo beneficios para las sociedades Pro-Pymes, como la rebaja transitoria del impuesto de primera categoría al 10% hasta el 2023; un nuevo régimen de amortización para intangibles y la extensión de la depreciación instantánea de los activos fijos hasta 2022. Adicionalmente se regularon los gastos necesarios para producir la renta, que siempre han generado cuestionamientos en procesos de fiscalizaciones, así como también las políticas de deudas incobrables. Todos estos beneficios apuntan a una disminución del impuesto a pagar de estas sociedades, lo que es muy importante en el actual contexto, porque en su mayoría son empresarios emprendedores.

Pero lo más complejo es como podemos efectuar tranquilos una declaración de impuesto a la renta, con tantas modificaciones, que pretendían simplificar tanto los impuestos como su determinación, pero que no han logrado su propósito: en una primera reforma nos quedamos con dos regímenes tributarios nuevos; con cálculos y determinaciones de bases impositivas diferentes, instrucciones poco claras y una cantidad significativa de declaraciones juradas anexas.

Para este año, más modificaciones, nuevos cálculos, un formulario 22 nada de simplificado y falta de instrucciones, que no permiten darnos la tranquilidad de que el proceso de declaración renta será efectivo y no seremos objeto de fiscalizaciones posteriores que, además, implican la retención de devoluciones solicitadas.

Espero que estos cambios logren su objetivo económico y estoy de acuerdo con la carga impositiva para las empresas legislada - aportan gran parte de los impuestos en el país-pero estamos ad portas de cerrar una operación renta con una cantidad no menor de cambios y cuestionándonos, si habrá una nueva reforma que realmente cubra con todos los efectos impositivos sustanciales que incluyan las necesidades del legislador, del país y de nosotros los contribuyentes.

Andrea Filipini, Socia Tax & Legal